miércoles, 26 de febrero de 2020

Miércoles de ceniza

MIERCOLES DE CENIZA

ENTRADA

Bienvenidos a esta celebración.
Nos ponemos de pie y vamos a iniciar nuestra celebración en silencio.  Mientras el sacerdote viene en la procesión, pensemos en la realidad de que somos pecadores y que necesitamos la misericordia de Dios.  Vinimos a escuchar la invitación a convertirnos al camino de la santidad y vamos a escuchar las sugerencias que Dios mismo pone en nuestros corazones para dar pasos hacia una mejor vida.  Participemos con atención y piedad.

PRIMERA LECTURA
D
SEGUNDA LECTURA
T
EVANGELIO

ORACION DE LOS FIELES
Demos gracias a Dios Padre, que estableció en la sangre de Cristo una alianza nueva y eterna con su pueblo y la renueva en el sacramento del altar, y supliquémosle, diciendo:

Bendice, Señor, a tu pueblo.

Dirige, Señor, el sentir de los pueblos y la mente de sus gobernantes por los caminos de tu voluntad,
para que procuren con empeño el bien común.

Aumenta el fervor de aquellos que, habiéndolo dejado todo, siguieron a Cristo,
para que su vida sea luz para los hombres y claro testimonio de la santidad de tu Iglesia.

Tú que creaste a todos los hombres a imagen tuya,
haz que sintamos horror de las injusticias y desigualdades entre los hombres.

Llama a tu amistad y a tu verdad a los que viven alejados de ti,
y a nosotros enséñanos cómo podemos ayudarlos.

Admite a los difuntos en tu gloria,
para que te alaben eternamente.

ORACION

Al empezar esta Cuaresma, te pedimos, Señor, que nos des un verdadero espíritu de conversión: así la austeridad de la penitencia de estos días nos servirá de ayuda en nuestra lucha contra el espíritu del mal. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Sal 1, 2-3 
El que día y noche medita la ley del Señor, 
al debido tiempo dará su fruto.

SALIDA.

Que la Santísima Virgen María interceda por nosotros.
digamos:Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios, no desprecies las súplicas que te hacemos ante nuestras necesidades, antes bien, líbranos de todos los peligros, oh Virgen gloriosa y bendita 
ruega por nosotros, santa Madre de Dios
para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo, Amén.

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